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El muerto
Si no se reasume la actividad exploratoria en Colombia y en el exterior, la producción de Ecopetrol caerá inexorablemente.

1 de jun de 2025, 12:30 a. m.
Actualizado el 1 de jun de 2025, 12:30 a. m.
Aún no está muerto, pero al paso que va pronto llegará a un estado terminal. Es cuestión de tiempo. Me refiero a Ecopetrol, inmerso ahora en un misterioso escándalo que ojalá las entidades de control esclarezcan y que pareciera ser la gota que rebosa la copa de un gobierno y una istración corporativa que la ha sumido en una de las más graves crisis de su historia, y que no pareciera vaya a superarse por ahora sino a profundizarse.
De lo que se conoce de la última perla es la suscripción de un contrato con una firma de abogados por cerca de un millón de dólares para que confirme lo obvio, que la presencia de Ricardo Roa en la presidencia le hace daño a la compañía, que luego se elevó a cinco millones y que incluye el espionaje a 70 directivos para develar su grado de lealtad con la causa petrista (qué más puede ser) y que Gustavo Petro, la Junta Directiva y Roa se lavan las manos.
Pero, sin restarle importancia a este hecho y cómo termine de impactar a la compañía, la enfermedad inducida a la empresa es mucho más grave. Ecopetrol, de aparente buena salud, incuba el germen de su propia destrucción por la prohibición a firmar nuevos contratos de exploración, impedirle realizar los proyectos piloto de fracking en el país e invertir más en esta técnica en el exterior pese a ser el negocio más rentable de la compañía hoy.
A lo anterior se suma el debilitamiento de su talento humano y el gobierno corporativo, la intromisión del presidente Gustavo Petro en los asuntos de la compañía obligándola a echar atrás un negocio estudiado y aprobado meses antes por la Junta, la billonaria distribución de dividendos en la última asamblea sin importar el alto endeudamiento y la estrechez de caja de la compañía, y el despilfarro millonario referido al inicio del escrito.
Es cuestión de tiempo para que el Grupo Ecopetrol no valga un peso. Si no incorpora nuevas reservas de petróleo -el bien transable más lucrativo para la compañía- no habrá de dónde producir, nada para transportar, exportar e incluso cargar las refinerías. De acuerdo con la Agencia Nacional de Hidrocarburos, las reservas de crudo alcanzan para 7,2 años y de gas para 5,9 años, que no es nada. Es decir, en diez años, de la Iguana quedará el cadáver.
Si no se reasume la actividad exploratoria en Colombia y en el exterior, la producción de Ecopetrol caerá inexorablemente. Los miles de kilómetros de oleoductos propiedad de Cenit no tendrán crudo para transportar; terminando en las siderúrgicas, es decir, el cementerio de la chatarra. Igual la refinería de Barrancabermeja, con sus trabajadores. Es factible que sobreviva el negocio de gas, por un tiempo, mientras se le entrega el negocio a Venezuela.
¿Quién responde? Nadie. ¿Quiénes deberían responder? El Presidente de la República y los ministros de Minas y Energía, por forzar una política pública de destrucción de la industria petrolera empezando por Ecopetrol. También, la Junta Directiva, pues en lugar de defender los intereses de la empresa -como es su obligación- se ha plegado a la política del Gobierno. Igual, el presidente de la compañía, por inepto. Y la USO, por complicidad con la debacle.
Valga insistir en la pregunta obvia, dónde están las entidades de control; la Contraloría ha encendido alarmas, pero, acaso no ve que lo que ocurre es peor que un detrimento patrimonial, es la destrucción a cuentagotas del mayor patrimonio de la Nación; la Procuraduría asoma la cabeza cuando debió suspender a Roa hace años. Igual la Fiscalía, está pasada de investigar a varios de la Junta. Y, de continuar el rumbo actual, no habrá que buscar el muerto aguas arriba, flotará hinchado y torturado río abajo. No será difícil verlo.
Abogado y doctor en política de la Universidad de Oxford. Se desempeñó como Ministro de Educación, Embajador en La Haya, Alto Consejero Presidencial para la Seguridad Ciudadana, y Director de El País de Cali. Actualmente es Presidente de la Asociación Colombiana del Petróleo, gremio de la industria de hidrocarburos.