SOS por los corregimientos

Los corregimientos que componen la zona rural de Cali están llenos de paisajes exuberantes que brindan tal sensación de tranquilidad y sosiego, que invitan al descanso y a querer entrar en o con la naturaleza. Por ello, algunos suelen ser visitados los fines de semana por familias o grupos de amigos que quieren disiparse del ajetreo diario.

Incluso, cada vez son más los hogares y personas solas que deciden irse a vivir a La Buitrera, Pance, El Saladito, Felidia o Montebello para alejarse del ruido que impera en el casco urbano de la capital vallecaucana, así como de otras formas de contaminación que afectan su salud y tranquilidad.

Sin embargo, transitar por muchas de las vías de los corregimientos de Cali se está convirtiendo en sinónimo de riesgo, por cuenta del mal estado en el que se encuentran, lo cual no se puede tratar de un problema menor para la istración Distrital.

Sí, es cierto que la prolongada e intensa temporada invernal se ha convertido en la mejor cómplice para el aislamiento de varios sectores que llevan semanas incomunicados. Pero hay que reconocer que estas carreteras venían siendo sometidas desde tiempo atrás a un notorio abandono que ha contribuido a que los fuertes aguaceros que han caído este año en la región las hayan transformado en verdaderos caminos de herradura.

Ese fue el panorama que los ediles y los vecinos de los distintos corregimientos le revelaron al Gobierno de Cali durante el Consejo Municipal de Desarrollo Rural que se llevó a cabo a comienzos del mes de mayo.

Y ha sido la realidad que se encontrado el equipo periodístico de El País que se ha dedicado a visitar el sector rural de la capital del Valle para conversar con sus habitantes sobre las necesidades que más los apremian.

Es así como en La Buitrera encontraron que los buses encargados del transporte escolar no pueden llevar a los niños hasta la puerta de la institución educativa del sector, como debería suceder por la seguridad de los menores, debido a que la capa asfáltica de la vía es casi inexistente, lo que implica que los buses y demás vehículos grandes corran el riesgo de volcarse.

De igual forma, en La Castilla, corregimiento ubicado a solo veinte minutos del casco urbano de Cali, el mayor reclamo es el mismo: la vía de ingreso a esa zona rural por La Mina amenaza con colapsar, debido al abandono en el que quedaron las obras de mitigación que se iniciaron allí hace un año y medio.

Es entonces un clamor que se replica por casi toda la región campesina de la capital vallecaucana, pese a la imperiosa necesidad que sus moradores tienen de transportar los alimentos que se consumen en el casco urbano.

Pero queda claro igualmente que el mejoramiento vial no es el único reclamo que se escucha en los corregimientos de Cali. Varios de ellos también acusan inseguridad y problemas con la dotación de servicios esenciales como el de agua potable, alcantarillado y energía.

De ahí la urgencia de que en la actual istración Distrital no se echen en saco roto las peticiones que los habitantes de la zona rural reiteradamente les hacen a los funcionarios a los que la ley les impone visitarlos y escucharlos cada cierto tiempo.