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Editorial

25 años del banco de alimentos

Hay una realidad que Cali no puede seguir normalizando: seguimos siendo una ciudad con hambre.

Banco de Alimentos de Cali. Fotos Raúl Palacios / El País.
Banco de Alimentos de Cali. Fotos Raúl Palacios / El País. | Foto: Raúl Palacios

4 de jun de 2025, 02:31 a. m.

Actualizado el 4 de jun de 2025, 02:31 a. m.

El Banco de Alimentos de Cali, obra fundada por Monseñor Isaías Duarte Cancino y otros líderes de la ciudad como Sofía Sarasti y Elvira Guerrero, cumple 25 años. Para celebrarlo, hoy habrá una misa en La Catedral, en la Plaza de Cayzedo, al mediodía. Después se realizará un almuerzo para invitados especiales.

Dirigido por el padre Joaquín Gómez, esta entidad es imprescindible para la ciudad. Más allá de sus cifras (5407 toneladas de alimentos entregadas solo en 2024, 500 fundaciones beneficiadas, más de mil donantes activos), hay una realidad que Cali no puede seguir normalizando: seguimos siendo una ciudad con hambre.

Todos los días, recuerda el padre Joaquín, 800 mil personas -entre migrantes, habitantes de calle, adultos mayores, madres cabeza de hogar- no saben si comerán mañana.

Y el hambre no solo duele. También margina. Como lo advierte el padre Joaquín, genera violencia. Es allí donde el Banco de Alimentos ha actuado como un milagro logístico, una “empresa de Dios”, como la llama su director, que ha logrado tejer una red de dignidad entre lo que sobra y lo que falta. “Un puente entre la abundancia y quien la necesita”.

Pero el Banco, por más ayuda divina que pueda tener, necesita de recursos. Mensualmente, su operación cuesta 450 millones de pesos, una carga que no debería llevar en solitario.

No es solo el Estado a través de la Alcaldía el que debe comprometerse en apoyar al Banco. También el sector privado, las universidades, los ciudadanos. Porque, mientras Cali siga teniendo hambre, el deber de alimentarla no puede recaer únicamente sobre las espaldas de los 95 trabajadores del Banco, cuya labor, en una ciudad tan desigual como la capital del Valle, es una herramienta de paz.

Su programa que recoge los excedentes agrícolas de la región -la comida que está a punto de botarse- para el consumo de quienes lo necesitan, es en el fondo un modelo de oportunidades, además de las muchas otras iniciativas del Banco, como el Vestier de Dios o la Bodega del Mueble, o la Granja Integral Isaías Duarte Cancino, ubicada en la vereda Monterilla del municipio de Caldono, en el departamento del Cauca.

Allí, además de sembrar maíz y fríjol, se planea construir un galpón para 7000 gallinas, garantizar al menos 6500 huevos diarios y mantener un promedio de 10.000 pollos.

Aunque llega, la proteína es lo que menos se le dona al Banco de Alimentos de Cali, por lo que la granja es una forma de garantizar la seguridad alimentaria de las familias más vulnerables de la ciudad.

En tiempos donde la indiferencia se disfraza de normalidad, el Banco de Alimentos nos recuerda entonces algo elemental: la solidaridad no es un acto de caridad, es un acto de justicia. Cuidarlo, como bien dice el padre Joaquín Gómez, es protegernos como ciudad, hacer de Cali una capital más justa para todos.

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