Colombia
Exclusivo: La historia de cómo se robaron una iglesia en Melgar, Tolima, con una escritura falsificada en Cali
Al morir el sacerdote apareció un supuesto dueño con un documento protocolizado en la Notaría 7, donde dice que el párroco era comerciante y que estaba casado. El papel en que se hizo la escritura falsa fue robado en el 2020 de la Notaría 5. Sexta entrega.

1 de jun de 2025, 12:29 p. m.
Actualizado el 1 de jun de 2025, 01:23 p. m.
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La omnipresencia, según el Diccionario de la Lengua Española, es “un atributo solo de Dios”. No era entonces humanamente posible, por más sacerdote que fuera, que el párroco Jorge Armando Moreno Sabogal estuviera al mismo tiempo en su lecho de muerte en una clínica de Chía, Cundinamarca, y a la vez firmando una compraventa en la Notaría 7 de Cali.
Ese ‘milagro’ lo hicieron posible las bandas dedicadas al robo de predios el 16 de octubre del 2019, un mes antes de su fallecimiento, cuando el sacerdote enfermo, estando a 45 minutos de Bogotá o tres horas de Ibagué, prefirió viajar diez horas hasta la ciudad de Cali para firmar la escritura en la que le pasó a un desconocido sus bienes.
Ninguno de los que fueron colaboradores del sacerdote en las diferentes parroquias en las que estuvo, saben quién es Jairo Ortiz Reyes, el supuesto comprador; pero según la escritura pública 2100 del 16 de octubre del 2019, le compró los dos predios que englobó el cura para hacer su casa y la iglesia donde realizaba todos los oficios religiosos en este exclusivo sector vacacional en el municipio de Melgar, en el Tolima.
Nadie tuvo noticia de la supuesta venta de los bienes inmuebles hasta hace tres semanas, cinco años después del fallecimiento del sacerdote en la Clínica de la Universidad de la Sabana, en Chía (Cundinamarca), el 29 de noviembre del 2019 de una enfermedad que le afectaba la movilidad.
Dos meses y medio después, el 14 de febrero del 2020, los herederos del párroco Moreno Sabogal iniciaron el proceso de sucesión en el Juzgado Segundo Promiscuo de Familia de Zipaquirá, el cual fue itido el 14 de julio del 2021.

El proceso permaneció estancado y tres años después, el 17 de septiembre del 2024, los herederos de común acuerdo decidieron un arreglo ante la demora en la justicia y en la Notaría Primera del Círculo de Chía firmaron la escritura pública 1397 en la que se repartió por partes iguales entre sus hermanos y sucesores procesales, los bienes que pertenecían al párroco, y se archivó el proceso que se adelantaba en el Juzgado Segundo de Zipaquirá.
El 5 de mayo pasado, con todo en regla, llegaron los herederos a realizar los trámites respectivos ante la Alcaldía de Melgar y la istración del Condominio Campestre Colinas de Maranta, pero ya Jairo Ortiz Reyes, un completo desconocido para la familia, tenía a un trabajador con contrato realizando obras dentro de la propiedad.
El supuesto comprador, que según la escritura está domiciliado en Cali, cosa que él mismo negó, logró ingresar en el condominio con una falsa promesa de compraventa en la que se leía que las partes habían acordado la venta de los dos lotes en $280 millones, y se convenía la protocolización de la escritura pública para el 17 de diciembre del 2019, tres semanas después de que había fallecido el religioso.
Los bienes los había adquirido el sacerdote en 1997, y eran los lotes 7 y 8 de un predio conocido como El Algodoncito y que tienen una extensión, según las escrituras, de 787 m2.
“Enterados de los extraños acontecimientos, acudimos a la Oficina de Instrumentos Públicos de Melgar para solicitar un certificado de tradición, y se nos dijo que no era posible expedir el certificado por estar pendiente un trámite... Al día siguiente, el 6 de mayo de 2025 se expidió copia de la Matrícula Inmobiliaria Nro. 366-31347, en la que ya aparecía Jairo Ortiz Reyes como propietario, según una escritura de la Notaría 7 de Cali”, explicó el abogado Víctor Eduardo Duarte, apoderado de los herederos del párroco.
“Cuando iniciamos el proceso y nos dimos cuenta que el inmueble había sido vendido supuestamente con una escritura de una notaría en Cali, supe de inmediato que tenía que ver con lo que El País publicó sobre casos en Cali de los llamados cupos notariales”, dijo el abogado.

El cupo notarial es una modalidad delictiva en la que un funcionario de una notaría arranca del libro la escritura original de algún trámite sencillo como un divorcio o el levantamiento de una hipoteca, por los que nunca nadie vuelve a consultar, y vende ese número de escritura a una red criminal que luego utiliza para apoderarse de bienes inmuebles de alto valor haciendo una escritura falsa que luego el mismo funcionario anexa de nuevo al libro de protocolo, con lo que queda como si fuera la escritura auténtica.
El País revisó los documentos que reposan en la Notaría 7 de Cali, y en efecto aparece en el Libro de Protocolo la Escritura Pública 2100 del 16 de octubre del 2019 como prueba de la supuesta venta que hizo el sacerdote Jorge Armando Moreno al señor Jairo Ortiz Reyes en la ciudad de Cali, de sus bienes en Melgar, Tolima.
Sin embargo, las irregularidades cometidas con la escritura falsa que reposa en el Libro de Protocolo de la Notaría 7 de Cali, saltan a la vista.
Es un papel vulgar
Resulta demasiado sospechoso, según fuentes notariales consultadas, que una escritura pública tan mal hecha y falta de soportes la hayan logrado registrar en la Oficina de Instrumentos Públicos de Melgar.
Lo primero es que al contrastar el número de la escritura pública que está en el libro de protocolo, el que es abierto al público, con la información del Libro Numerador, el que es de uso exclusivo del notario 7 de Cali, Alberto Villalobos, se encontró que la escritura original fue arrancada del tomo y que la que aparece en el libro no coincide con el acto original que fue protocolizado seis años atrás ante esa oficina.
La escritura pública 2100 del 16 de octubre del 2019 en realidad correspondió a un acto de cancelación de una hipoteca que tenía el señor Alexánder Ramírez Folleco con el Fondo de Empleados Médicos de Colombia, Promedico, y que fue arrancada del libro para incluir en él la falsa compraventa con la que despojaron de sus propiedades al sacerdote fallecido.

Pero no es esa la única irregularidad que contiene el documento. La escritura pública falsificada con la que un particular se quedó con la Iglesia de Colinas de Maranta, en Melgar, está escrita en un tipo de letra distinta a la letra original en que se hacen esa clase de documentos; tiene un sello que no corresponde al que utiliza la Notaría 7, la firma tampoco es del notario y está hecha sobre un papel notarial que tampoco corresponde a esa oficina.
“Sobre las anomalías que se han detectado, se han colocado los denuncios penales ante la Fiscalía General de la Nación. En un derecho de petición que hicieron sobre un predio ubicado en el Tolima, encontramos que falsificaron la escritura con papelería de la Notaría Quinta de Cali y falsificaron los sellos y mi firma”, aseguró Villalobos.
Frente a la pregunta de si sabe o si tiene sospechas de cuál sería el funcionario de su oficina que esté involucrado en alguna red de venta de cupos notariales, toda vez que no es el primer caso, indicó Villalobos que “no lo sabemos y no sabemos cómo lo hicieron. Por eso se está investigando”.
Desde la Oficina Jurídica de la Notaría 7 de Cali fue presentada el pasado 28 de mayo la denuncia ante la Fiscalía por falsedad en documento, para que sea el ente de investigación el que determine quién fue el funcionario o los funcionarios que pudieron estar detrás de este nuevo acto delictivo que compromete ese despacho.
“Esta notaría no está en condiciones de señalar directos responsables de la comisión del ilícito por desconocerlos hasta este momento”, dice el denuncio.
De acuerdo con el código QR que confirma la supuesta legalidad del documento, el papel notarial sobre el cual se hizo la escritura falsa no corresponde a la Notaría 7, sino a la Notaría 5 del Circuito de Cali sobre un papel que tampoco guarda el consecutivo que llevan los documentos originales.

El País ubicó el pasado viernes a Jairo Ortiz Reyes, el supuesto comprador, y al preguntarle sobre la manera en la que logró introducir la escritura falsa en la Notaría 7 de Cali aseguró que: “esa escritura no es falsa, que yo sepa”.
-“¿Cómo así... quién dijo que esa escritura es falsa?”.
-“Lo confirmaron en la Notaría 7 de Cali”.
- Hijuep%# y yo me confié en el que me la entregó. Usted me puede hacer el favor de mandar un escrito diciendo que esa escritura es falsa y yo le mando eso a ese abogado”.
-- ¿Y usted cómo consiguió esa escritura, Jairo?”.
--“Papi, a mí me la entregó el abogado; y que era legal todo”.
--“¿Y usted se encontró en Cali personalmente con el sacerdote Moreno? Porque al parecer él ya había muerto para la fecha de la escritura”.
--“Pues hermano, a mí lo que me entregaron fue un poder. Pero regáleme esa vaina yo llamo al abogado a ver si le coloco un denuncio o cualquier mierda tengo que hacer, hermano”.
--“Y quién fue su abogado en ese caso, Jairo?”.
--“Carlos Alberto”.
--“¿Carlos Alberto qué?
--“Carlos Alberto Gutiérrez”.
--“Pero usted sabía que se estaban robando el predio y que lo demandaron ya los familiares y los notarios en Fiscalía”.
--“Mándeme eso por escrito y yo mañana (sábado) le pego a usted una marcadita...”.
--“¿En qué época compró usted ese predio, Jairo?”.
--“Eso lo compré en 2020”.
--“Entonces usted lo compró cuando ya se había muerto el sacerdote?”.
--“No lo sé. A mí me entregaron un poder porque había una plata ahí; yo tengo las letras y todo firmado... Hermano, la verdad es que yo al sacerdote le presté fue una plata”.
--“Ah, pero es distinto; y ¿cuánto le prestó al sacerdote?
--“$ 140 millones, yo tengo los cheques girados y todo, y no me devolvió la plata”.
--“¿Por eso se quedó entonces con la finca y la capilla?”.
--“Sí, pero póngame cuidado, mañana lo llamo. Voy a hablar con el abogado para ver qué fue la cagada que me hizo”, concluyó Jairo Ortiz y colgó.

Sin embargo, revisadas bases de datos oficiales, el supuesto comprador figura en el Sisbén en categoría B5 que corresponde a pobreza moderada, y en los registros de la seguridad social aparece también como cabeza de familia en el régimen de salud subsidiada, en Capital Salud.
Escritura post mortem
De acuerdo con la información recopilada por la Unidad Investigativa de El País, la escritura falsa que figura en la Notaría 7 de Cali fue insertada en el Libro de Protocolo mucho tiempo después de la muerte del sacerdote Jorge Armando Moreno.
Es imposible que el sacerdote haya podido firmar esa escritura pública en vida porque el número de las hojas sobre las cuales se hizo el falso documento corresponden a un papel de la Notaría 5 de Cali que fue hurtado en el año 2020, cuando ya el sacerdote Jorge Armando Moreno había sido sepultado.
Así consta en un denuncio de pérdida de documentos presentado el 19 de agosto del 2020 por la Notaría 5 de Cali, en donde da cuenta de que fueron hurtadas de su sede dos resmas de papel notarial. (ver nota anexa)
Es claro entonces, según los datos, que la escritura pública falsificada que reposa hoy en la Notaría 7 de Cali con rango de códigos entre el Aa032270921 y Aa032270924, son parte de la resma que fue hurtada de la Notaría 5 en el 2020.
Lo más probable, aseguran expertos en temas notariales, es que la falsa escritura apenas haya sido anexada al Libro de Protocolo de la Notaría 7 entre los meses de noviembre y diciembre del 2024, que fue la fecha en la que Jairo Ortiz llegó con obrero a realizar arreglos y es cuando se acercó a cancelar la deuda de impuestos y de istración.
La Notaría 5 había denunciado el robo del papel en el 2020
El 18 de agosto del 2020, Karen Lorena Londoño, funcionaria de la Notaría 5 del Circuito de Cali, alertó a las autoridades mediante un denuncio que de ese despacho habían sido hurtadas dos resmas de papel notarial y que podrían ser utilizadas para la falsificación de documentos.
De acuerdo con el relato que sustenta la denuncia conocida por El País, una de las resmas era papel amarillo para la elaboración de escrituras públicas, y la otra resma era de papel rosado para la expedición de copias de escrituras públicas.
La pérdida se alertó porque ese mismo día, el 18 de agosto del 2020, llegó a ese despacho una escritura elaborada supuestamente en otra notaría de Cali, pero con papel oficial que le correspondía a la Notaría 5 y con la que pretendían con la escritura 2215 del 14 de julio del 2020, pasar un bien inmueble mediante una falsa compraventa a nombre de Jhon William Quiñónez.
Por eso supieron de inmediato de lo que se trataba, cuando El País estuvo esta semana en la Notaría 5 indagando por los códigos de papel notarial con los que se hurtaron la casa cural y la capilla de Colinas de Maranta, en Melgar, Tolima.
“Luego de revisar nuestros archivos, encontramos que ese papel utilizado para hacer la falsa escritura es parte de la resma que fue hurtada de la notaría, y cuyo robo afortunadamente fue denunciado en agosto del 2020”, indicaron desde la Notaría 5.
Agregaron que: “A raíz de todo esto, hemos fortalecido los controles; por eso descubrimos también recientemente que iban a protocolizar aquí una escritura falsa y de inmediato llamamos, denunciamos lo que estaba ocurriendo y fueron capturadas las personas en flagrancia aquí mismo en la Notaría 5”.
Parte de esas decisiones que se han tomado para evitar al máximo algún tipo de fraude, explicaron desde la notaría, es que se han fortalecido los controles y no están aceptando certificación médica cualquiera de que una persona no es posible realizarle la toma de huellas, sino que cualquier dificultad médica debe ser avalada por la EPS.