La historia poco conocida del Señor de los Milagros de Buga: fue sometido a una prueba de fuego; tras 445 años, aún no hay explicación

El Señor de los Milagros de Buga es una de las representaciones religiosas más visitadas en el Valle del Cauca, debido a la creencia de que concede milagros a quienes se los piden. Sin embargo, pocos conocen la historia de este monumento religioso.

Todo inició en el momento en el que una indígena, en los años 1550, una indígena estaba lavando ropa en el río Guadalajara y ahorraba el dinero que le pagaban para comprarse un Cristo. No obstante, los pocos pesos que tenía los regaló, en un acto de misericordia, a un hombre para que evitara ir a la cárcel.

La indígena siguió asistiendo al río, pero en una de sus jornadas de lavandera se encontró un Cristo bajando por las aguas. Ella se lo llevó a su hogar y le hizo un altar en una caja de madera.

Una noche, la mujer se despertó inquieta por los ruidos que había en su casa, decidió ir a inspeccionar y se encontró que el Cristo estaba creciendo con rapidez.

A partir de ese momento, la imagen empezó a tomar popularidad entre la comunidad. Por ello, en 1605 fue prendido en llamas por parte del obispo del momento por su presunto deterioro, pero hubo sorpresa porque no se consumió, sino que sudó y se renovó.

Actualmente, el Cristo mide un metro con 30 centímetros. Y, desde el momento en el que superó esa prueba de fuego, es tomado por muchos como una imagen que concede milagros a los creyentes que realmente tienen fe en Dios.

La construcción del templo en el que actualmente está la imagen del Señor de los Milagros tardó 15 años en terminarse, y fe inaugurada en 1907.

Esta capilla no solamente es considerada un atractivo religioso, sino que es también un espacio turístico en el departamento. Tanto que cada fin de semana son cientos de personas las que la visitan.