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Adiós al Papa del pueblo: Francisco, el pastor con olor a oveja

Un ambiente de tristeza en medio del gozo propio de la pascua se iba apoderando de todos los que por alguna razón vivimos aquí en Roma.

El padre  Juan David Santamaría V junto al Papa Francisco.
El padre Juan David Santamaría V junto al Papa Francisco. | Foto: El País

22 de abr de 2025, 07:04 p. m.

Actualizado el 22 de abr de 2025, 07:04 p. m.

Hace apenas unas cuantas horas que el mundo conoció la triste noticia de la muerte del gran Papa Francisco, después de una intensa semana santa vivida con sacrificio y esfuerzo para poder estar a su mejor estilo en medio de la gente, junto al pueblo y con su pueblo; con su característica personal más elocuente; «entre las ovejas y con olor a oveja», realmente estamos despidiendo al Papa de la gente, de los pobres y, sobre todo, de los olvidados por la sociedad.

El lunes 21 de abril aquí en Roma fue un día inusual como pocos; pues la tradición italiana lo llama el día del Ángel, inspirado en el texto bíblico en el que un Ángel se aparece en el sepulcro de Jesús con la resurrección y es por demás un día festivo a nivel nacional. Así pues, Roma la ciudad eterna amanecía más tranquila y silenciosa que en otros días, sin sospechar la noticia que se gestaba dentro de la casa Santa Marta, residencia del Papa.

“El Papa Francisco ha retornado a la casa del Padre”, fue la noticia emitida por el Cardenal Camarlengo Monseñor Kevin Joseph Farrel y que ya hacía eco con las campanas de la monumental Basílica de San Pedro en la Ciudad del Vaticano, estas doblaban a fuerte y seco golpe para indicar la impresionante noticia al mundo. De esta manera un ambiente de tristeza en medio del gozo propio de la pascua se iba apoderando de todos los que por alguna razón vivimos aquí en Roma.

El Papa Francisco le dijo una vez a  los jóvenes: “No importa que a veces sueñen cosas que nunca se van a cumplir. Ábranse a cosas grandes y piensen que el mundo va a ser mejor con ustedes".
El Papa Francisco le dijo una vez a los jóvenes: “No importa que a veces sueñen cosas que nunca se van a cumplir. Ábranse a cosas grandes y piensen que el mundo va a ser mejor con ustedes". | Foto: Afp

Sí, esta es la realidad que nos acompaña hoy y nos mueve a despedir a un hombre sencillo pero con un corazón profundamente en Dios, hoy podemos decir con inmensa gratitud: Adiós al Papa de lo simple y descomplicado, de lo esencial y lo profundo, de la cercanía y la sencillez, de la humildad y la pobreza, de la alegría y la esperanza, de la sinceridad y la trasparencia, de la cotidianidad y de la apertura, de la acogida y la inclusión, de los marginados y descartados, de los violentados y de los amenazados, de los explotados y coartados, de los desterrados y vulnerados, en definitiva, de los más pobres y olvidados.

En estos días siguientes, seremos testigos físicos de los corazones que el Papa Francisco logró tocar en sus 12 años de pontificado, será pequeña la gran Plaza de San Pedro para recibir a los millones de peregrinos que llegarán a despedir al austero y sencillo hombre latinoamericano, que hizo de su vida un altar al servicio de los más pobres y olvidados.

El papa Francisco saluda a la multitud desde el papamóvil después de la misa de Pascua, en la plaza de San Pedro en el Vaticano, el 20 de abril de 2025. (Foto de Andreas SOLARO / AFP)
El papa Francisco fue siempre muy cercano a la gente. (Foto de Andreas SOLARO / AFP) | Foto: AFP

En este sentido vale la pena recordar las palabras que pronunció el 13 de noviembre del 2022 en la jornada mundial por los pobres: «Los pobres se vuelven imágenes que pueden conmover por algunos instantes, pero cuando se encuentran en carne y hueso por la calle, entonces intervienen el fastidio y la marginación».

Que este legado sea una semilla de esperanza para seguir luchando por la inclusión y la igualdad, que podamos derrotar la injusticia y el hambre en el mundo entero, que «caminemos juntos y nos veamos a la cara como hermanos para ayudarnos todos», así nos lo enseñó en tantas oportunidades.

¡Adiós querido Francisco!, así se escucha decir a la gente con nostalgia, entre lágrimas y gratitud, pero sobre todo aquellos que piden limosna entre las columnatas de la plaza de San Pedro, siempre veían en él a un buen abuelo, un buen amigo, a un Papa sin tronos, ni opulencias, sin protocolos y distancias, tan solo veían a uno como ellos.

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